Impresionante y original par de sujetalibros Chimeres con las famosas esculturas de la catedral de Notre-Dame de París.
Las quimeras de la catedral de Notre-Dame de París son uno de los elementos más fascinantes y emblemáticos de la arquitectura gótica del monumento. Estas criaturas fantásticas, esculpidas en piedra, forman parte de la ornamentación exterior de la catedral y han cautivado la imaginación de los visitantes durante siglos. Sin embargo, contrariamente a lo que muchos piensan, estas esculturas no datan de la Edad Media, sino que fueron creadas en el siglo XIX durante las obras de restauración llevadas a cabo por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc.
Historia y creación
Las quimeras de Notre-Dame no formaban parte del diseño original de la catedral, construida entre los siglos XII y XIV. Fue durante la restauración de la catedral, entre 1844 y 1864, cuando Viollet-le-Duc decidió añadir estas grotescas criaturas. Inspirándose en las gárgolas y los elementos decorativos medievales, el arquitecto vio en estas esculturas una forma de reinventar la estética gótica y enriquecer el simbolismo de la catedral. Se inspiró en manuscritos medievales y bestiarios de la época para crear estas figuras híbridas, que combinan cuerpos animales y rasgos humanos.
El simbolismo de las quimeras
Las quimeras siempre han desempeñado un papel simbólico en la arquitectura gótica. Representando criaturas monstruosas o fantásticas, a menudo se asociaban con figuras demoníacas o paganas. Pueden simbolizar los peligros que acechan a las almas humanas o servir de advertencia visual contra la tentación y el vicio. Colocadas en lo alto de balaustradas y cornisas, estas esculturas parecían vigilar la ciudad, mirando hacia fuera y hacia dentro, como guardianes silenciosos de lo sagrado. Además, su carácter grotesco e inquietante contrastaba con el interior solemne y espiritual de la catedral, representando la batalla entre el bien y el mal.
El creador: Eugène Viollet-le-Duc
Eugène Viollet-le-Duc fue un arquitecto visionario que desempeñó un papel fundamental en la conservación del patrimonio arquitectónico francés. Su restauración de Notre-Dame de París fue uno de sus logros más destacados. Aunque sus restauraciones suscitaron a menudo debates, ya que algunos criticaron su enfoque excesivamente imaginativo, es innegable que sus creaciones, incluidas las quimeras, dejaron una huella duradera en la iconografía de la catedral. Las quimeras, aunque inspiradas en la época medieval, son fruto de la fértil imaginación de Viollet-le-Duc, que pretendía reinyectar un carácter mitológico y místico a la estructura.
Descripción de la quimera Estirge
De las numerosas quimeras que adornan la catedral, la más célebre es sin duda la Stryge. Encaramada en la galería de las quimeras, domina París, apoyada tranquilamente sobre sus antebrazos, con las manos bajo la barbilla, con aire pensativo. Esta criatura mitad humana, mitad demoníaca, tiene unas alas de murciélago plegadas a la espalda y una mirada penetrante que parece observar la ciudad con melancólica curiosidad. Su postura pensativa contrasta con la naturaleza monstruosa que encarna, añadiendo una dimensión contemplativa a su inquietante aspecto. Su nombre, «Stryge», hace referencia a los estrigios de la mitología griega y romana, criaturas nocturnas asociadas a vampiros y brujas. La popularidad de esta escultura se ha visto reforzada por fotografías e ilustraciones que la han convertido en uno de los símbolos más reconocibles de Notre-Dame.
Las quimeras de Notre-Dame de París, aunque modernas en su creación, encajan perfectamente en la estética gótica y enriquecen el patrimonio simbólico de la catedral. A la vez guardianas míticas y testigos silenciosas del tiempo, encarnan el espíritu de reinvención y misterio que rodea a este emblemático monumento.
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